Puntos luminosos que en la noche marina a navegar ayudan,
y presagian la vida latente en la costa lejana,
allí sueña el marino a navegar por la vida con su diosa pagana,
se diría que nada cambia, pero hasta las estrellas mudan.
Cuando el mar era nuestro para después llamarse centro de la tierra,
y navegaban por él semidioses, comerciantes y conquistadores,
y traían la moneda, y al Hércules indómito y a la Astarté sus adoradores,
encontraron abierta la última tierra de occidente que jamás cierra.
Un hijo de Cádiz la Atlántida imaginó,
un poeta fue marinero en tierra,
y otro quiso críar toros con los ojos verdes.
La más hermosa sinfonía en la marisma sonó,
aquí vence la paz a su enemiga la guerra,
como esos pescadores que peinan el agua con sus redes.