En el bosque de los sueños perdidos,
enterramos la rutina con prisas.
Nos hemos quedado mudos,
cansados de repetir las mismas cosas.
Gastamos el aliento
por querer detener el tiempo.
Sin raíces en tierra firme,
cualquier esquina es nuestra casa.
Ricos en deudas que no se pagan con dinero,
avanzamos a tientas.
Suplantamos a otras personas
en un teatro que abre a todas horas.
Leemos libros para encontrarnos
en la vida de sus personajes.
Maestros de academia,
nos perdemos dos calles más arriba.
Pirómanos que prenden la realidad
con deseos desbordados.
Somos cristal de bohemia:
demasiado frágiles para aguantar el temporal.
Hemos hecho un pacto con el miedo:
ser como dioses detrás del burladero.
Nuestra celda está repleta de flores
para no pensar que estamos presos.
Arrepentidos del viaje soñado,
anhelamos que llegue otro tren a esta vía.