Sentado, mirando el horizonte de los ojos, observo que nada ha cambiado, y para bien, temo pensar que cada día un grupo nutrido de jóvenes, ingresan por la puerta a tomar sus clases
de literatura, soñando ser en algún momento, obras selectas de sus propias vidas.
Los entiendo, los comprendo, hablo con ellos con silencios, los palpo del pelo y pregunto, ¿por que tan bellas son las palabras?.