Esteban Mario Couceyro

Monólogo dialogado con el Yo

No tiene importancia

el saber como uno es

si nuestra propia visión

será distinta a la del otro

tan distinta en el detalle

a la nuestra de nosotros mismos.


Una experiencia abrumadora

es reconocer la propia voz

de la misma forma llegamos a desconocer la realidad

como esa voz aparentemente ajena

que vocalizamos al escucharnos.


Generalmente, tenemos una configuración tergiversada

de nosotros mismos

menos benévola que la observación ajena.


Lo que si sobrevaloramos

es el Yo, pues es abstracto e inobservable.

 

Él nos salva en las continuas derrotas...

como si fuese esa, la idea misma de Dios

que tanto buscamos.

 

Entonces, Dios no tiene otro destino

que ser humano

por eso comete errores…

esconde responsabilidades

y por sobre todo

ama tanto como puede olvidar

en la ignorancia

que de alguna manera es cada uno de nosotros.