No tiene importancia
el saber como uno es
si nuestra propia visión
será distinta a la del otro
tan distinta en el detalle
a la nuestra de nosotros mismos.
Una experiencia abrumadora
es reconocer la propia voz
de la misma forma llegamos a desconocer la realidad
como esa voz aparentemente ajena
que vocalizamos al escucharnos.
Generalmente, tenemos una configuración tergiversada
de nosotros mismos
menos benévola que la observación ajena.
Lo que si sobrevaloramos
es el Yo, pues es abstracto e inobservable.
Él nos salva en las continuas derrotas...
como si fuese esa, la idea misma de Dios
que tanto buscamos.
Entonces, Dios no tiene otro destino
que ser humano
por eso comete errores…
esconde responsabilidades
y por sobre todo
ama tanto como puede olvidar
en la ignorancia
que de alguna manera es cada uno de nosotros.