Edmundo Onofre

PARCIAL RECUENTO (III)

PARCIAL RECUENTO (III)

XXI
Me confundí con adulaciones,
di demasiadas veces las gracias,
perdoné a cada instante, fui clemente.
Ni mi sombra recibió nada a cambio,
sólo los tibios rayos de sol le abrigaron.
Aún así, pernocto en el mejor refugio:
bajo el refulgente firmamento.


XXII
Mientras mis pies me llevaban
por polvorientos caminos,
mientras caminaba por empedradas vías,
mi espíritu reposaba en plena dicha:
feliz, vagabundeando por bucólicos lugares,
contento de andar por grandiosas urbes.
Muchas veces mis pasos fueron recompensados:
posarse en inigualables senderos.


XXIII
Debajo mi almohada
están las mejores creaciones
que soñé y atrapé de una sola vez.
Guardadas celosamente las tengo
para que nadie las mire o recree.
Durante el día duermen invisibles,
de noche despiertan joviales
esperando que les revivan.


XXIV
Siempre que desperté
miré primero el calendario, después el reloj;
quise ubicarme en el tiempo,
buscar un mejor referente
y así contar los días vividos
para planificar los años que me quedan.
Aunque las hojas del calendario

no indican la hora,
son más precisas:
señalan claramente el tiempo recorrido
y el deseo de seguir caminando.


XXV
Cuando quise descansar
me tiré de espaldas en la hierba,
me cubrí con el follaje de los árboles,
con las bandadas de pájaros,
con el firmamento completo.
Descansé como nunca,
disfruté de la contemplación de la naturaleza...
soñé lo que quería.
Descansé, tomé fuerzas.


XXVI
Para cruzar las ciudades
me vestí con trajes oscuros,
me almidoné por completo;
quise ser uno más de los transeúntes
y así confundirme entre la multitud.
A veces la corbata me ahogaba,
pero debía cruzar las urbes
como lo hacen los demás...
No tuve tiempo.
No lo perdí como los demás,
no lo perdí en largas liturgias ni vigilias,
bastó entregarles monedas
a viejos mendigos:
ellos rezaron por mí, me bendijeron.


XXVII
Los fines de semana
junto a viejos libros que ya no están
me ensayé siendo el mejor escritor,
remedé autógrafos, cambié títulos,
cruce información... todos parecidos

los escritos de esos libros.
Los que más adelante escribiré
serán distintos,
estarán hechos por mi mano y pluma:
auténticos.


XXVIII
Cuando no quise oír
cerré mis ojos,
atajé mis palabras,
pensé en el silencio...
quise ver la verdad,
tocarla.
Hoy la he visto.
Espero algún día tocarla.


XXIX
Me propuse contar uno a uno
los saludos que di y recibí;
no fui capaz. Hasta dos décadas alcancé
porque se me terminaron los números.
Creía ser gentil; pero nunca tanto.


XXX
A veces, cuando el sol brillaba sobre las aguas,
éstas, enceguecían mis sentidos;
pero estimulaban mi espíritu
y esto me servía:
podía verme reflejado tal como era.