Faeton

Bajo este cielo frigio

A Sara A., con amor y devoción

 

Bajo este cielo frigio que nos contempla con ojos azogados,
la arena del desierto quema los pies descalzos del peregrino
y la mancha solar es un palio cárdeno
que hiere los párpados de espejismos temulentos,
como un dardo fulmíneo que atraviesa de sangre el horizonte
borrando a su paso las débiles huellas del tiempo.

 

Una sola más de tus lágrimas persas,
y el lago Ginebra ahogará en alcohol sus penas.

 

Cuando te beso la mejilla
después de haberla humedecido con la sedeña de mi boca, somos como dos ríos que calman su sed en un océano hialino:
mis labios son Alfeo,
y tus lágrimas, Aretusa.

 

Semíramis,
babilónica princesa de lunas colgantes,
no dejaré que los jardines de la amargura crezcan sobre tu roca Tarpeya.

 

Aunque los cristales de tu mutismo me hayan escarificado todo el cuerpo,
ningún corte es tan profundo que me impida alimentarte con mi suero.

 

Si se rompiera la urna de tu corazón al caerse al suelo,
yo recogería diligentemente cada pedacito para recomponerla.

 

Pero respira aliviada,
no te vas a caer.
Aún sigues en mis brazos,
y aquí eres una conmigo.

 

© Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.