PARCIAL RECUENTO (IV)
XXXI
Después de cumplir mis sueños, mis deseos,
me subía sobre mis sandalias a buscar otros,
siempre quise alcanzar nuevas cosas.
Meta cumplida obligaba a alcanzar otra:
¿Un capricho? ¿Un lema? Tal vez;
pero era mi energía.
Averigüé cómo se producen los colores
para pintar de bellos tonos lo gris y oscuro.
Quise pintar sonrisa, elegancia, amabilidad
y por sobre todo pintar amor,
amor verdadero.
XXXIII
Para no atorarme con tantos mensajes
miré a ninguna parte, dirigí mi vista a otro lugar
y así pude sobrevivir y estar vivo aún.
Tal vez cuando pierda mi vista,
mis sentidos o mi sentido común
será distinto: habré fracasado.
XXXIV
Cayeron de a una, levemente,
como hojas de arbusto:
miradas vinieron suaves, aterciopeladas;
vinieron a posarse en los mejores lugares
que habitan los recuerdos;
desde luego, ahí permanecen esperando
que se les revivan una a una
por el resto de la vida.
XXXV
Para cultivar las mejores acciones
me alejé a lugares intransitados,
vestí de ermitaño, pensé como ermitaño,
viví como ermitaño...
capturé las mejores formulas
para producir esas mejores acciones;
pensé distinto a los demás,
ideé mi mejor plan.
Hoy, me nutro de aquella inusual experiencia
y si es necesario la repito.
XXXVI
En los rugosos dobleces de mi pantalón
guardé algunos amuletos y estampas
que me dieron seguridad para andar
por aguas profundas y estrechos senderos.
Cada vez que los necesité, ahí estaban.
Fueron fieles hasta el final. A veces bastó
palparlos sobre la tela, sentir su tibieza.
Me acompañan hasta hoy.
XXXVII
Vi bajo el agua lo que quise ver.
Vi también la verdad, la única verdad...
Después ideé aforismos y trabalenguas
para memorizar y enseñar lo correcto.
Quise escribir en el agua. También lo conseguí.
Cuando me olvido de lo que pienso,
me voy a alejados acantilados
a leer lo que quedó escrito sobre ellas.
Repaso, estudio cada página
que me traen las olas...
No quise despertarme muchas veces. Preferí dormir...
Miles de imágenes reales me hacían soñar:
¡Bello soñar!
Para despertar, me obligaba a no soñar, a sufrir;
...y con eso volvía a la realidad: la fría realidad.
Las canciones fueron mi alimento,
la música fue atrapada por mis oídos
desde siempre.
Antes del pan, preferí las melodías,
con ellas logré ir donde quise,
con la música caminé, estudié, soñé...
hasta hoy me emociona, la disfruto
a cada momento.
Cuando me faltó para comprar
me introduje en paisajes selváticos,
fui a playas solitarias...
Me sobró de todo.
Nunca más quise monedas, las hice rodar;
preferí lo natural de la vida.