Morí a los quince años, ahora me he dado cuenta, morí en el olvido, en el olvido de mí mismo
Morí porque olvidé que el miedo no funciona mientras haya esperanza, morí por siempre, para siempre morí
Morí sin cerros y sin chaparrones, morí sin atrio de iglesia y kiosco de cándido parque, morí para siempre
Morí sin aventuras de guayabas, morí sin tardes de melcocha, morí sin campanario y repiques para un mandamiento nuevo
Morí sin pensarlo, morí engañado y cuando intente volver a la vida, morí de nuevo pues no encontré el camino, me lo escondieron luego, quizá me creyeron disidente
Me convertí en resiliente de las muertes y de las vidas, de las guerras y de las calamidades, pero morí para siempre
Ingresé a las categorías y a las clases que son clasificadas por una sola clase
La clase que no es capaz de obtener el sustento, la clase de relativo sostén y la clase que creé que es de otra clase y que no está excluida y al fin y al cabo el día menos pensado será de la misma clase
He muerto otras veces pero menos muerto que aquella muerte primera en la que morí para siempre
Ahora sobrevivo a cualquier muerte, por más perra muerte que sea, sobrevivo para volver a morir a cada vida
Mi media vida se convirtió en ecuación adecuada a ocho horas y doce metros cuadrados de trinchera morosa; acabada la hora me traslado a la otra muerte en un nicho más contundente
Me hago sombra y muero suavemente, consciente solo del reflejo de mi cadáver en el pequeño espejo existente
Ahora hasta robarte un beso es muerte y perjudicial pensarlo sin consultarlo antes en clínica acreditada
He vivido otras vidas, he muerto muchas muertes, he soñado sin fronteras y he amado irreparablemente, pero nunca he vivido una vida como la que viví antes de morir y nunca he muerto como cuando morí para siempre
Sobrevivo muriendo sin librarme de la vida por que morir solo es un estilo de vida