Si fueran tus ojos negros
centinelas en la noche
mirándome con desvelos,
me llenarían de celos
cuál brillo de gran derroche.
Sobre mi ventana, tenue
luna plateada,
abrazando mi almohada
donde mi cuerpo ya duerme,
está ella recostáda.
Al despertar la alborada
abandona mi aposento
sintiéndola yo por dentro
cuál fuego de madrugada.
Inolvidable sus ojos
se los llevaron la noche
cuando con ellos soñaba
queriendo hacerle un broche
llevándose mis antojos.
Despertáronme rayos de
sol, de mis azules sueños,
aunque no fuera su dueño
yo soñaba con su amor.
Menesteo