¡Ay, que calor da el alma,
en hurgar en calma,
es un siniestro ademán,
como un inmenso talismán,
que aflora lo que es del corazón,
un rubí encadenado en desazón,
cuando la fiebre del alma,
no se sabe si están en desarma,
como la plena plenitud,
se enfrasca un fracatán en lentitud,
cuando se siente una fiebre sin control,
como toda luz en el sol,
es la fiebre del alma,
que conlleva esa calma,
que aún no disfraza,
lo que en el alma lanza,
una eterna esperanza…!.