Pasé bebiendo de la fuente
constante cristalina
del monte que asombra
y se ofrece en su cumbre
como un helado en verano
Subí haciendo escalas
y el viento me trajo abajo
para que abriera otra senda
pero, la lluvia copiosa persistía,
y, se engendraron avalanchas,
llevándose consigo, la esperanza,
germen, sembrado en los escombros,
las flores se abrían, sin embargo,
algunos frutos se hicieron semilla
nada fue árido, ni estéril
todo siguió el ritmo del tiempo
rotando, subiendo, bajando…
acercándose a los casilleros
que antes, siendo distantes,
no tenían importancia
los hombres de negro
tienen en sus ojos interrogantes
se les ve cargando catafalcos
no les hice caso,
opté por ser incinerado…
Copyright © Rodolfo Dondero Rodo
04.12.17