Doblan las campanas, la hora ha llegado
Y en la multitud encuentro tus ojos.
El llanto asoma a los míos, colmados
Sé que es la última vez, me desmorono.
¡Divinos, efímeros, anhelados...!
Más de tu mirar no seré testigo.
Cuán amañada estaba, yo lo admito.
Ya no serán los mismos retratados.
Los prefiero lejanos a invisibles
Y hasta ese privilegio es impensable.
digo adiós a este amor, siempre imposible.
He amado bellos ojos, imborrables...
Su brillo me prohíben, ¡Insensibles!
Más me duele pues son inolvidables.