Llevado por la inocencia de ese niño, tan amado,
quise saber del escondite donde los hongos brotan;
más aun, buscar detrás del cerro otros enigmas
y encontrar los misterios del boscaje.
Saber cuáles son las dimensiones del silencio
y por qué lo ignoto no puede develarse.
Ese confuso entender que el nacimiento
debe ser al punto tiempo y muerte.
¿Por qué el amor no vive para siempre
si palpita en mi tacto su templanza?
Y el perdón… parece relativo si no lleva
implícito el amor. ¿Se ignora acaso?
Después de mucho discurrir por las intrigas
del ser de ese párvulo y sus hongos,
mi propia indagación fue inerte y vana,
y sólo pude concluir en la certeza…
del inmenso vacío que nos sitia.
De mi libro “De trazos del borrador”. 2017 ISBN 978-987-4004-51-2