En este cuerpo hueco resuena el eco
del silencio, un réquiem por mis sueños,
la marcha fúnebre por el desdeño
que siento, por el alma que diseco.
Hace ya mucho tiempo que me obceco
en el sufrimiento, mi único dueño,
y es por ello que no le pongo empeño
a mis proyectos, solo le obedezco.
Aunque parezco no estar mal en verdad
por dentro perezco, cada día siento
que desaparezco en mi soledad.
Siempre amanezco profiriendo un lamento,
pues carezco de fuerza de voluntad
para sobrellevar otro intento.