Mortalmente aburrida y hundida en mi tristeza
husmeando en diarios las vergüenzas repetidas
egoísmo de sensibles almas justicieras
que quieren cambiar el mundo con palabras hueras
cómodamente en el sillón de la biblioteca
Esa tarde aturdida en congojas consentidas
enojada con el fatalismo de la historia,
defendiendo en soledad nobles causas perdidas
me miraste con tus ojos desbordando vida
me estremecí, como quién regresa de su muerte
me derretí silenciosamente entre tus brazos
blanda y entregada como mantequilla al sol
me erguí sonriente como margarita a tu luz
sentí que amarte es la sola aventura que quiero
y con mi amor como única certeza supimos
que por tu mirada y uno solo de tus besos
renuncio por ti y por mi feliz y liberada
a la inútil y vana nostalgia del poeta