Hay creencias que nos pueden hacer mucho daño. Con los años he aprendido a deshacerme de ellas. Son un peso enorme que no me dejaba alzar el vuelo y ver la realidad. Quizás tanto tiempo en el “exilio” me ha ayudado a darme cuenta de tantas cosas. Hoy quiero compartir un pensamiento, una reflexión. Discutible, como todo en la vida, ya que no tengo la verdad en mis manos, pero es lo que siento y pienso.
Nos han enseñado que el amor verdadero solo llega una vez en la vida y generalmente es antes de los treinta años. No nos enseñaron que el amor llega cuando llega, que no es algo que puedo controlar o programar. Te encuentra, no eres tú quien tiene el poder de encontrarlo.
Es muy popular escuchar decir: “mi media naranja” Cuánto daño hace esta frase (reflejo de otra de las tantas creencias), sobre todo porque el mensaje que lleva: “solo seremos felices si conseguimos la otra mitad”.
No nos han enseñado que ya nacemos enteros, que no necesitamos de nadie para ser realmente felices. Nadie, absolutamente nadie en la vida merece cargar sobre sus espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta. Ese es el caldo de cultivo de los fracasos de las parejas. Yo no soy el complemento de nadie, tú tampoco lo eres, ni mío, ni de ningún ser. Esto es “anulación”. Quien se anula poco a poco muere y pierde su esencia. Eso que lo distingue de los demás y lo hace único.
Preferir a alguien, no necesitar de él. Preferir conlleva consigo una opción. Opto por ti, te escojo voluntariamente. Necesitar es un requerir, una necesidad. Puedo llegar a quererte cuando te prefiero, cuando te he elegido, no cuando te necesito.
¡No te necesito, te prefiero! Esto conlleva a un amar con libertad. Si no amo con libertad, mejor no amar porque no hay cosa más destructiva que la dependencia emocional.
No puedo asegurar que te amaré toda la vida, no estoy seguro si lo haré con la misma fuerza. De lo que estoy seguro ahora mismo es de que te elijo, te prefiero a cualquier persona al mundo.
Perdona si te decepciono pero no ocupas mi mente cada momento, cada segundo, pero si te aseguro que siempre vas conmigo. Elijo el amor y sigo siendo dueño de mí mismo. El sentimiento de amor más fuerte que existe es el amor hacia uno mismo.
Reporto una frase de Fritz Perls (médico de origen alemán. Neuropsiquiatra y psicoanalista padre de la Gesltalt) que cuando leí me impactó:
“Yo soy Yo. “Tú eres Tú.
Yo soy responsable de mi vida y tú de la tuya.
No estoy en este mundo para cumplir tus expectativas,
ni tú para cumplir las mías.
Si nuestros caminos se cruzan será maravilloso, pero si no, tendremos que seguir avanzando por separado.
Porque no me quiero si por complacerte me traiciono,
ni te amo si intento que seas como yo quiero, en vez de aceptarte como eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo”.
No es egoísmo, es darle el justo puesto a las cosas. Quien no se ama a sí mismo, no podrá amar al otro.