Es en los cantes de ida y vuelta,
donde aquí o allí me reconozco,
ese ritmo alegre y nada hosco,
donde la imaginación anda suelta.
Aquellos primeros españoles que arribaron,
a la costa californiana desconocida,
enfermos del escorbuto que los indígenas curaron,
tomando hierbas que les salvaron la vida.
Los franciscanos dieron buen ejemplo,
de pacíficos y cristianos colonizadores,
empleando la palabra y la cruz.
La misión era casa y templo,
de la tierra y la palabra fueron labradores,
mensajeros divinos del siglo de la luz.