Miro arriba.
Dos zapatos colgando de un cable
sobre mi cabeza.
Dos zapatos degollados en público
para escarmiento del que mira.
Dos zapatos-espadas de Damocles
que espero - de caer- no maten.
Dos zapatos-fotografías-metáforas
de la decadencia que babea el
paso del tiempo.
Dos zapatos-obreros de injusto
jubileo al devenir inservibles.
Dos zapatos-madres de útero cóncavo,
que protegieron de la erosión a los pies
que les eligieron en un escaparate.
Dos zapatos-fantasmas que verán
- sin ver -
pasar toda la humanidad por debajo
(si algún desalmado no los desahucia
en un contenedor-ataúd).
Miro arriba...
Bajo la mirada. Me humillo.