Tú y yo
adosados por los talones,
las cabezas
en sentido opuesto
como las agujas
que marcan las tres menos cuarto
en un reloj viejo,
parado.
Intentamos
vernos los ojos
dando vueltas,
vuelcos,
sobre ese punto fijo
que nos tiene atrapados
en el centro
de la esfera
de los años.
venideros,
esperando la posición
el objeto
de marcar algún día
las seis y media
con mucho esfuerzo.
Tú dando horas;
yo
el minutero,
como reloj
acelerado
loco
necio
que gira y gira
sin ningún resultado,
días y noches
meses
veranos
inviernos.
Tú y yo
lo sabemos.
No son ojos
lo que vemos,
sino agujas
de un reloj viejo
callado;
el minutero
no tiene espacio
y las horas
no tienen tiempo.