Suave camina la luz en tu cabello rojo y el vino se confunde en la refracción de las copas.
Comienzo a dudar si estoy bebiendo ocasionalmente con mis ojos tu cabello o con mis oídos tu risa o simplemente de mi copa.
Tu espíritu me envuelve y miro con desdén las luces que intentan superarte.
Es aquí donde quiero permanecer, en ese punto donde tu belleza rebasa su límite en cada ocasión y tu felicidad alumbra la noche como luna en plenilunio.