¿Para qué morir, si puedo vivir?
¿Quién siembra hambre
en los fértiles llanos?.
No acusaré de villanos,
al hambriento enjambre
de nubarrones cenizos.
Andá, y sin miedo a tus sonrisas
ponele un precio elevado;
y que momentos descarados
hurten la felicidad de tu repisa.
¿Para qué morir, si puedo vivir?
y lo admito soy el culpable
de asesinar al hastioso y afable,
y longevo y callado, minuto fútil.