Christian Alondra

¿Dónde estás Dios?

Mucho tiempo te llamé, suplicante,

nunca contestaste, y sigo aquí, hundida;

me consumió la tristeza penetrante,

te limitaste a ver nuestra historia concluida.

 

Te juro que intenté creerte, quería tenerte,

pero nunca te sentí, jamás te escuché.

Es más sencillo confesar que quiero perderte,

 huiré de una fe de la cual no dependeré.

 

Si me preguntan, es más fácil vivir sin ti,

me ahorro las palabras que nunca recibes,

porque no estás, porque sólo dependo de mí.

No te quiero cerca, por más muros que derribes.

 

Y escribiendo este poema he llorado,

una parte íntima te quiere dentro, incrustado;

otra te odia, te aborrece profundamente,

porque ella sigue suplicando que la ayudes,

y tú te limitas a mirarla silenciosamente.

 

Sigo convenciéndome de que no existes,

tratando de vivir sin Dios y sin diablo,

imaginando que tú eres el que no resistes.

Me necesitas, ¡me oyes, soy yo la que hablo!

 

Cuando rezan y piden compasión, yo callo,

no creas que no me importa, me duele.

Cuando oigo dirigirte plegarias, no me hallo,

un vacío en mi cuerpo sentirse suele.

 

Aun con todo el cielo cayendo, no te quiero;

si me oyes, si existes o no, si muero o hiero.

Aprendí a cuidarme, a hacerme fuerte sola,

con la nostalgia ahogándome cual inmensa ola.