Sé que las fachadas
buscan la oportunidad
de hacer el pino
en el patio de recreo
de su infancia.
Que debajo de los pasos de cebra
se esconden secretos
que a la ciencia no interesa.
Sé que los cubiertos
de un restaurante de París
tienen una complicada
vida privada.
Que el olor de tus labios
te lo prestan sirenas
no envidiosas.
Sé que los botiquines
son pequeñas ciudades
con leyes más amables
que las nuestras.
Que en los jardines de Babilonia
las listas de boda se querían casar.
Sé que todo
-a su manera-
está vivo.
Depende de nosotros ir despacio
y muy callando para sentirlo.
Que cada cual,
sin poderlo evitar,
cuenta la realidad
que más le conviene.
Sé que las facturas más caras
las paga el fracaso,
y solo hay descuento
si de ello aprendes algo.
Que tú y yo haríamos
una bonita pareja
en la corte de Luis XIV.
Sé que tu lógica
a veces va de copas
con mi desordenada vida
para crear galaxias
en los intersticios
de nuestros miedos.