Tus movimientos torpes ya no son de niño,
después de una vida casi cumplida y terminada,
llevas en tus venas todos los ayeres ya maduros,
atardeceres paradisíacos, amaneceres sin sol,
y una profunda y tierna mirada.
Ahora le haces escarnio a la misma muerte,
pues ya no te tiemblan las piernas
cuando el viento te susurra su nombre,
y es muy cierto, que tu lozanía se ha terminado,
que el invierno ahora es tu descanso,
y aunque aún luchas contra tempestades,
¡¡tienes la fortuna de tener el triunfo de la vida
entre tus manos!!.