Desde aquí navego
por los mares sin fin,
surcando olas de penas
con espuma de marfil.
Soy capitán de mi navío,
que navega sin ningún destino,
esperando ver sirenas
que me muestren el solitario camino.
Y en este mar azulado,
a veces calmo, a veces agitado,
mis lágrimas saladas caen sin parar
por aquél que no pude amar.
Mi veleta es mi corazón,
que apunta en su dirección,
buscándolo, amándolo
y en soleadas costas lejanas,
como náufrago, encontrándolo y dejándolo.
En este oceáno celeste de diciembre,
yo navego sin ningún rumbo,
sobre las nubes pasajeras voy,
dejando atrás amores y anhelos mudos.
*[Jana Maia, 2017]*