Mil miradas son tuyas.
Los cientos de corazones rotos.
Yo, como todos ellos, sentí alguna vez la decepción del amor.
Cada vez ando más perdida,
mi mirada baja, sube desde tu ombligo.
Y así es como me salto el límite de velocidad
de la carretera de tus curvas.
En tu nariz tienes un aro
del que cuelgo yo a veces.
Me gustaría prometerme
con tus mejillas encendidas.
Si le pongo un aro a tus orejas,
¿me dejarás colgarme de nuevo?
Colgarme del gancho de tus pestañas,
de tu iris coloreado de amanecer y calma.
Enredarme con los dientes de tu sonrisa.
Una nieve ardiente que levanta tu pecho.
Y me siento como si yo fuese hielo
y tú la llama.
Como si fuese yo el suelo
y tú la mullida cama.
Mil veces habré escuchado el mar
y tu voz es la que mejor le imita.
La hojas del otoño alguna vez
eligieron lugar donde hospedarse
y aquel fue tu piel.
En tu lengua tienes un aro
del que cuelgo yo a veces.
Me gustaría viajar por el mundo
a través de tus pupilas.
Si le pongo un aro a tus manos,
¿me dejarás colgarme de nuevo?