Del horizonte aparece su rostro
bello prodigio que el ánimo eleva,
tras su silueta que llega de lejos
viene consigo el perfume de nardos.
Veo el reflejo en sus ojos de almendra
como de un lago de verde esmeralda,
vértigo abismo se siente en el vientre
es el presagio de amor verdadero.
Entonces siento el embrujo que envuelve
es un temblor que estremece las fibras,
en sus pupilas profundas retiene
el alma mía que anhela lo eterno.
De mi no aparta sus ojos de mieles
esa mirada me cubre del frío,
llega con ella el calor que no quema
causa el hechizo sus ojos de fuego.
Lupercio de Providencia