Si te embarga la tristeza
por un dolor que te agobia
al sentir que una daga
te ha cercenado el alma
y el dolor de la herida
la hace imposible cerrar,
semejante es a un cristal
que al caer se desmorona
y no puedes aunque quieras
volver de nuevo a pegar
porque al caer se destroza
y no vuelve a ser igual.