Tu celestial pupila, me traslada,
Al más grandioso y bello, paraíso,
En mi la incertidumbre, se deshizo,
Aunque la vida dicen, que no es nada.
Contigo ya se ha vuelto, afortunada,
Con dicha inesperada, fue de liso,
Al tocar de tu pelo, solo un rizo,
Una linda tarde, tan soleada.
Tu pupila castaña, me dio vida,
Cuando en mí ya reinaba, incertidumbre,
Sin objetivos claros, de este mundo.
Con la flama de mi alma, ya encendida,
La sangre de mis venas, como lumbre,
Al contemplar tus ojos, un segundo.