¿Cuantas veces me dijeron que no, a mi, y sobrevivi?
Dame la mano y vení, que te enseño a perder.
Andrés Calamaro
Con el valor que se tiene
cuando se mira un espejo,
así vuela de nuevo un sentimiento,
así camina, se arrastra, se escurre,
se convierte en vapor y se condensa
mutando y mutando hasta ser el mismo.
Y los efectos de la paramnesia
como si saberlo fuera suficiente,
como si el color se pudiera teñir
con sonidos inertes.
Y caer y caer, hasta estar en el cielo
y mirar hacia abajo sin espejo,
luego ser gota,
lluvia volviendo a su nube,
el reflejo en el agua
para ser uno mismo.
Y volver a tejer
paréntesis en los días
para suspender el alma
en una nueva mirada.