I
Ahí estaba, esperándote como siempre,
en aquella vieja banca del parque, solo
con aquella mirada olvidada y perdida en tus ojos,
Sí, ahí estaba, esperándote, con la sonrisa
fingida, muerta en el recuerdo de tus andanzas,
y tu silueta nacía en aquel muro de lágrimas,
seco por el aire sediento de tus besos.
Ahí estaba, era la última hoja que arrancó el otoño
y el último rocío que rodó por tus mejillas.
Quizá ahí estabas, envuelta en las lejanas
sombras, que en su silencio me llamaban,
pero el tiempo te buscaba, bajo mi llanto,
en aquella fugaz noche, donde no cabe la vida,
pero nace el recuerdo triste, que me envuelve
y que trae consigo, el aroma de tu cuerpo.
Sí, triste estoy porque han de venir nuevos
veranos y de nuevo seré la hoja aquella,
que esperará tu regreso con el alma, temblando
de frío y el corazón lleno de deseo y tú; como
aquella tarde, sentirás la brisa que recorrerá
tu cuerpo y dirás mi nombre aún estando lejos,
como aquella tarde… del olvidado invierno.