Era tan rojo, tan rojo… que parecía sangre.
Era ardor con tanto brío… que era clamor encendido.
Es en realidad sólo un recuerdo, ardoroso y rojo,
que llega a mí en recurrencias por ser de los latidos míos.
Aún en tarde de sábado mojada en lluvias, me llega
con ese suave repique que amodorra, sin disonancias ni matices,
y en mi soledad, llena de cantos, me abraza como fuego
mas no quema y yo lo escucho llenándolo de lirios.
De mi libro “De poemas que morían”. 2017 ISBN 978-987-4004-38-3