Naces ante mí de la nada, de una ráfaga de viento de octubre, naces como suspiro de frio pausado
Naces de una ficción, de la corriente que susurra tu nombre cuando los cipreses peinan el viento
Naces de un aroma que mengua por el sol de mediodía que calienta la brisa que ya ha sido fría en otra tierra
Naces de una imagen que baja a tropel de la montaña frente al valle seco de esperanzas, frio y seco valle colmado de espejismos
Tu nombre toma forma con las hojas que caen al suelo de otoño, suave caída que forma figuras extrañas
Tu nombre se pronuncia desde lejos, sobre la llaneza del suelo, suelo seco del valle sin esperanzas, lleno de delirios
Tu cuerpo merodea las fronteras de mi perspicacia, como sospecha logro verlo aún helado, distante
Es tu pelo sombra de la última tarde oscura del día que transita siempre hacia la noche fría de la montaña
Es tu pelo cascada de sangre, negro balsámico y suelta desnudez susurrante de placeres terrenales
Veo tu pecho bronceado, piel de almíbar de sanación y de vida en el valle frio y seco
Cruzo mis ojos con los tuyos, tus ojos oscuros atentos, atravesando todo mi mundo
Veo tu rostro silencioso de mí, tu velo frio que cubre sentimientos y palabras que frustradas quedan en el tintero del pensamiento
Y el marrón de tus labios que aún no emiten sonido y se secan de silencio
Has navegado media vida buscando ese sentimiento perfecto, gastaras la otra mitad disfrutándolo o sufriéndolo
¿Quién es capaz de resistir esa fuerza de atracción abrumadora? En cuyo arrastre cada quien se aferra al otro
Solo resiste aquel que no navega en mares ajenos y se aferra a su mundo clandestino donde tiene un puerto seguro e independiente