Lamer las heridas como un perro
Al igual salvaje como romántico
Buenas de tu fuente dispuesta sobre mi fauce
Solitaria y reseca, recibiendo un elixir
Fluyendo enigmático al cuerpo de lo contrario
Un cielo se despliega y un placer constante
De estrellas incandescentes, nuestro deseo
De jugarnos el fuego en el juego, encenderlo todo
Por luego, ver arder, sin dolor la carne
Que consumimos extasiados, observandonos
Duplicados bajo los astros, volcados
Cada uno sobre su costado, suaves vaivénes
Lentos como el paso formalizado de un sueño
Y el trémulo recuerdo, un temblor en ti
Encarnando, agitaciones y ondas que salpican
Deliciosas notas suspendidas en el aire
Húmedo, rocío salpicado de placeres
Al dejar de beber en aquél manantial risueño
Vuelvo al sueño de la mar a la piel de mi velo, prohibido