Te huelo y eres una masala de vivencias.
Te persigo y es como querer poseer el
mar en la cuenca de unas manos.
Te dejo ir y me desmorono como sin
espina dorsal.
Te lloro y es soltar la presa aguas abajo
de la desdicha.
Te oigo y me sumo en golondrinas que
retozan nerviosas alrededor del nido.
Te ignoro y te bebo a continuación como
seco de sangre y vida.
Te abandono y me desenamoro para
llenarme de segunda vez contigo.