Ahora que me imagino que estarás dormida
te escribo este verso que tiene el volumen
de las horas despiertas y el bulto de la somnolencia,
de la quimera que ven los sueños
de la esperanza y la pálida intención de amarte,
Amarte en sueños que, al final, cabrones, no vendrán,
privándome de enterrarme en ti hasta la medula
de las intenciones acumuladas.
Voy hacia mi cama, ese tálamo oceánico
donde pierdo todas las hebras de mi tiempo
y todos los números de mis intenciones
en una calculadora que siempre da el total a oscuras
y acumula las edades y las intenciones en suma final
que no es sino una resta programada.
Voy hacia ella dejando atrás silencios construidos
sobre los ruidos del mañana en que despertaré
intentando saber que te dije mientras no estaba.