Vago sobre mi piel desnuda
aceptando el sol con su claro rayo,
enmudece si a mi voz le callo
la terrible hoz que todo lo muda.
Oh, desgraciada almirante que todo lo ve
dime si mi alma aún es cura,
para no profanar con mano impura
el rosal de tu vergel.
Oh, dime si la casta selva huye,
o si los montes en la ladera rehuye,
o acaso espera calmada y tierna
tu piel mojada la mía sin pena.