No existe belleza mas grande que nuestra humanidad compleja e impura.
No hay mayor necedad que negar nuestra imperfección congénita.
Aceptemos nuestra magia de desaciertos,
luchemos por aprender cada día de ella
y con humildad hacer brotar nuestra dignidad
como una flor queriendo gritar en las tinieblas.
A veces buscamos la perfección mas obsesiva,
la intolerancia mas tóxica,
contra todo defecto y error
proveniente de nuestras simientes.
Negamos nuestro propio defecto mas perfecto.
La ceguera del ego.
Abrazo, con la gratitud y el cariño mas sincero, la enseñanza mas real que la vida me dio en esta parte del camino.
Abrazo, con la empatía mas verdadera, al alma que me permitió aprender de nuestras diferencias compartidas.
Que tenemos que aceptarnos en nuestra más deficiente imperfección humana.
Que el amor todo lo armoniza y todo lo sana.
Que lo que del corazón nace, no juzga ni discrimina, sino que acoge con tierna clarividencia.