Escondites del miedo en incertidumbres eternas,
escombros de ruinas que dejan los recuerdos,
ayer la primavera bordaba lirios y rosas sobre mi cama,
hoy tan solo brilla el desierto que en sequía lastima heridas,
ha escampado el atardecer sobre el nublado anochecer,
¿y quien morirá bajo el abrigo del llanto?
Quien pierde el horizonte olvida que existe,
quien muere en silencio acostumbra a ausentar palabras,
quien vive del recuerdo encalla en el pasado,
quien deja heridas lamentos lleva,
quien desconoce su alma misma siguen siendo extraño,
parece que he llegado a ser foráneo perdido en la oscuridad,
parece que he llegado a mirar con los ojos perdidos.
Hundido entre olas aviesas que sepultan miradas
mis manos cansadas de naufragar quisieron ahogarme,
era de cristal, ahora estoy hecho de fragmentos rotos,
he caido de la cima al vacío desconocido,
foráneo como turista sin destino,
extranjero sin hallar mi mundo.
Todo cuanto hay se escampa de mis brazos,
se disuelve el presente cuando se llora el ayer,
días pasajeros como fechas inciertas,
calendarios grises y extensos como el cielo,
lluvia y el invierno desata mis lágrimas,
tormentas exiliadas a la sombra que me cubre,
nada podría llenarme todo es fantasía marchita.
Cuando quiero aprender a vivir del presente
recuerdo la era de rosas que marchitó en mis manos
y empieza el suplicio del dolor,
eran ríos cristalinos que calmaban mi sed,
ahora son balnearios solitarios de arena,
todo cambió en el instante en que parecía tranquilo
y cuando quiero soñar me convierto en foráneo.