Santiago Miranda

Una contienda interminable e igualitaria

 

Ya quisieran los desnudos gladiadores
Enfrentandos juntos a morir en propias armas
Desveladas, ya quitados de sí, los velos
Del día, toda piel distendida será tensada
No habiendo ahora, sábana que los oculte
Del algún secreto o carta bajo la almohada
Otra alma resulta enigmática, casi inexpugnable
Cuando se palpa el punto del exceso tan buscado
No hay angustia de muerte sino ciertas ansiedades
En dilatar el fin esperado, el sudor derrama
Jadeante su llamado -sin cuartel- a no detenerse
Sin antes haberse borrado ambos del mapa
Y el tenue olor a victoria el recuerdo resguarda
En un cajón de heridas por luego abrir o cerrarlas
Como extremidades flectadas apuntando fuera
La negra espesura que por observar perdura
Entre el público invisible, atento tras las cortinas
Un disfrutar el espectáculo cerrado, de siervos
Del tiempo, esclavos de pasiones y amos de lo dado
Por entregar al contrario la condición de liberto
Salpica el manto los sueños de ambos
Que habrán de darse; muerte o nueva vida
Por recomenzar un ciclo de nuevo, la espera
Hacia la hipotética siguiente fase del conflicto
Interminable, un beber de otra sangre en otro tiempo
Un desgarrar la tela fina, un dar a otro ya más vida