No quiero
La pregunta más frecuente después de que cumplís treinta, es: ¿y vos para cuando?, obvio si tenés una pareja, sino la frase se vuelve aun más violenta “ya le está agarrando tarde, la va a dejar el tren”, en todos los espacios siempre es la misma pesada pregunta, pero sobre todo se repite en los eventos familiares o íntimos.
Ese “vos para cuando”, se refiere al hecho de tener hijos, la segunda peor pregunta por lo menos para mí, es -¿cuando piensan formalizarse?- pero otro día escribiré sobre ello.
Los hijos, tema poco menudo para una mujer, a la mujer que dice “no quiero tener hijos” le sucede lo mismo que a la persona que dice “soy atea”, automáticamente se la juzga como una mala persona, o lo que es peor como una persona que necesita algún tipo de ayuda o consejería porque no se puede ser una persona plena sin dios o sin hijos.
En este país donde una gran parte de las mujeres no pasan los veintes sin ser ya mamás, el llegar a los treintas sin planes de ello nos deja en una posición de egoístas, egoístas tácitas, nadie nos dice en la cara egoístas pero lo dicen de otra manera, por ejemplo: “ahora usted no está segura pero cuando esté vieja lo único que le queda es la familia- ust no sabe si al final va a necesitar un hijo que la acompañe- eso lo dice porque no conoce el amor de una madre- (está en particular nos excluye de la más valiosa forma de amor, sin hijos una mujer no va a saber lo que es el amor nunca), o sino es: el cuerpo es algo pasajero, al final todas nos arrugamos y nos ponemos flácidas y no le va a quedar nada- eso no depende sólo de usted, y si él si quiere ser papá”.
Egoístas, si así nos quieren hacer sentir por haber escogido no tener hijos o no tenerlos a los veinte, o cuando ellos consideren que tenemos que hacerlo, esta sociedad ve con mejores ojos adolescentes madres o madres frustradas porque nunca decidieron ser madres pero lo son, que a las mujeres plenas sin hijos, la plenitud como persona está negada a las mujeres, la mujer sólo alcanza su realización mediante los hijos, puede ser exitosa en otros campos pero siempre será una mujer incompleta a los ojos de una sociedad todavía violenta contra las mujeres.
Lo que más les molesta es ese “no quiero” porque la historia de la mujer ha sido un continuo sometimiento, un acatamiento sin cuestionar de las voluntades de los demás, del padre, del esposo, del novio, de los hijos, de la iglesia, a la mujer siempre se le ha impuesto la cualidad de la mansedumbre.
El no quiero de una mujer es un acto de rebeldía que falsea las bases de esta sociedad y se vuelve peligroso para muchos intereses, el no quiero de una mujer pone en juego las bases mismas de la economía, de la religión, del sistema, porque previo a eso se dio un acto de reconocimiento, la conciencia de sí misma como persona no como mujer, no como mamá, esposa, profesional, etc sino como persona y cuando ese darse cuenta de una misma como persona se alcanza, no hay vuelta atrás, se dice no quiero, con fuerza, con valor, con orgullo, y entonces no solamente se dice no quiero tener hijos, se está diciendo si quiero, si quiero estudiar, viajar, trabajar, participar activamente en mi vida, en la sociedad desde otros roles, otros espacios, desde mis metas, eso implica darse cuenta que tenemos el derecho y el deber de ser lo que queramos, podemos ser mamás claro pero conscientes de esa decisión y cuando queramos, podemos ser profesionales, esposas, solteras, madres solteras, lesbianas, heterosexuales, putas, empresarias, estar en la política, en el fútbol, en los negocios o en la casa pero sabiendo que fui yo la que lo decidí, que somos nosotras las que estamos siendo protagonistas y guionistas de nuestras vidas.
Lo anterior no es funcional para la sociedad, porque no somos una minoría sino la mitad de la población y para el sistema la mitad de la población no puede también tener conciencia de sí misma como persona, así que no va a ser fácil pero hoy más que nunca ese no quiero es necesario, no quiero tener hijos, no quiero casarme, no quiero esa carrera, no quiero que me violés, que me pagues menos, no quiero que me faltés el respeto, no quiero ponerme lo que digan, no quiero ser de ustedes, me pertenezco. Cada vez que una mujer dice no quiero se abre caminos, aunque sienta aveces que se está cerrando las puertas.