Está agonizando el poeta
y con sangre en el tintero
fundió el alma con sus letras
en sus pergaminos viejos.
Cada palabra libera
cual puñalada certera,
a su alma prisionera
con grilletes y cadenas.
Por cada vez traicionado
una gota carmesí,
incontables van pasando,
no parecen tener fin.
Olvidando la razón
y por mente el corazón,
va gritandole al papel
todo aquello que guardo.
Maldiciones reprimidas,
emociones refrenadas,
confesiones nunca dichas,
pasiones encarceladas.
Deja que sangren tus poros
y escribe cual alquimista
transmuta el dolor en oro
escribiendo tu poesía.