y, avanza la tarde transparente
en un acto solemne de agonía,
un silencio profundo quedamente
va cubriendo el jardín y el alma mía.
Pero un triste recuerdo por mi mente
se atraviesa tronchando mi alegría,
en aquella ocasión resplandeciente
algo en mí, de momento, se moría.
Nadie supo entender en ese instante
que una angustia, quizá insignificante,
no es posible plasmar en estas hojas,
Un suspiro se oyó, que reverencio,
una lágrima al fin, rodó en silencio
sobre el cáliz en flor de mis congojas.