Me pegaste manías y maneras de sentir, por eso ahora ni salgo de la nevera, es la única manera de conservarme estable.
Y mis brazos cansados de no poder darte un abrazo, se han marchado al polo norte. Quieren estar bien frescos por si te da por volver por aquí.
¡Mira que soy! ¡Que cabeza la mía! Casi me congelo, me tenía, casi olvidada y ni cuenta me di ¡por cierto! ¿Quién me ha subido el termostato?