UNA VIDA DE HUMILDAD...
¡IGUAL QUE TÚ FRANCISCO!
Y mientras tanto iré, feliz, ansioso,
buscando allende el sol, besando el mar,
mi piel, postrero rayo, tú rozar:
¡pegado al alba asomas, rey, fogoso!
Tornando, al mundo entero, bien hermoso,
doquier, colores mil, te harán brillar,
hincado en tierra, gracias, te he de dar:
¡por ser, Señor del Cielo, cuán Grandioso!
Te admiro, desde niño, a ti Francisco,
supiste, darle ejemplo, a enorme aprisco:
¡lección humilde fue, tu gran pobreza!
Después de haber tenido muchos bienes,
de simples cosas, hombres, sois rehenes:
¡por siempre, mueres alma, sin riqueza!
JAIME IGNACIO JARAMILLO CORRALES
Condorandino.