Que todo conspire en el universo
y envuelva en sus designios de Cupido
que se juntase en nuestra boca el beso
como eslabonados adiós y olvido.
Y en el canto de la natural ave
en que de mañana te hallas tan quieta

sea como el viento que tu ventana abre
mientras descansas, mientras te despiertas.
Hay dos cosas, dos ruegos, Amada mía,
como existen unidos el mal y el bien:
Que tú implores también al Universo
para que todo conspire todavía,
si a tu juicio y a tu noble parecer
deseas lo que yo deseo estando lejos.
M