Llevo tanto tiempo sin salir de aquí,
que las sábanas me confunden.
Revueltas.
Reténiendome en sus pliegues de cadenas grises.
Llevo tanto tiempo sin salir de aquí,
que al cruzar la puerta de pronto
aún ayer mis piernas se enrredaron en almohadas de llanto.
Sinceras.
Con miedo al andar sobre el cemento podrido
Tosía para despertarme
el suelo frío donde mi cama tiembla,
mientras existo sobre una calle de papel roto,
que sueña en hacerme real
pero esquivo su tacto y no pienso en ella.
Porque paredes crecen dentro de mí.
Crecen sabanas revueltas.
Enredos que se transparenta
y me prometen a toda prisa,
que el viento negro abrirá mi ventana,
de par en par sin recelo
y veré las farolas que luchan en no dormirse.
Luces guardando el luto del sol que ha muerto.
Tendrán la mirada fija en mi espalda cuando deje atrás los cristales,
el suelo frío donde mi cama tiembla
llorará triste mi libertad
mientras vuelo en silencio para no despertar las calles.
Llevo tanto tiempo sin salir de aquí,
que mi voz se pierde entre puertas que no se abren.
Entre sábanas revueltas que estallan
(como bombas nucleares)
De un día amargo
En una tarde arítmica
De una noche de viento negro
con las ventanas cerradas.