Nadie llora cuando siente
En su corazón el peso
De la caricia y del beso
Suave del labio que miente.
No se llora si se tiene
Al amor por verdadero
que con cadena de acero
Nos esclaviza y retiene.
Es el amor que conviene
El que entra por ojos ciegos
El que no sabe de ruegos,
Llega en olas de pasiones
Cantando dulces canciones
Y abrasando con su fuego.
¡Ardiente! Pero, ¡Ay, luego!
Son primero las punzadas
Pequeñas, finas, clavadas,
Sin que se rompa el apego.
Después se prolonga el juego
Entre el sí, y el no, y el puede;
No se sabe qué sucede
Ni por qué queman las llamas
Y hacen del amor los dramas
Que impiden que el beso quede.
Quizá el corazón herede
Algunos recuerdos bellos
Que en la memoria, destellos
Sean de un amor que cede.
Será fugaz luz que enrede
Entre la sangre impaciente,
Que al corazón desoriente
Para que no logre ver
Cómo llegará a doler
El suave labio que miente.