Héctor Martínez Sanz

El labio que miente

Nadie llora cuando siente

En su corazón el peso

De la caricia y del beso

Suave del labio que miente.

 

No se llora si se tiene

Al amor por verdadero

que con cadena de acero

Nos esclaviza y retiene.

Es el amor que conviene

El que entra por ojos ciegos

El que no sabe de ruegos,

Llega en olas de pasiones

Cantando dulces canciones

Y abrasando con su fuego.

 

¡Ardiente! Pero, ¡Ay, luego!

Son primero las punzadas

Pequeñas, finas, clavadas,

Sin que se rompa el apego.

Después se prolonga el juego

Entre el sí, y el no, y el puede;

No se sabe qué sucede

Ni por qué queman las llamas

Y hacen del amor los dramas

Que impiden que el beso quede.

 

Quizá el corazón herede

Algunos recuerdos bellos

Que en la memoria, destellos

Sean de un amor que cede.

Será fugaz luz que enrede

Entre la sangre impaciente,

Que al corazón desoriente

Para que no logre ver

Cómo llegará a doler

El suave labio que miente.