Las confesiones de las tres. Una amiga me avisa que su madre, casi su madre, ha muerto. La anciana estaba grabada en ella y ella se grabó en nosotros a través de los años en los que la luz del hospital se reflejó en los ojos de nuestra amiga, la que tanto amamos. Los lazos de la vida son tan fragiles y los del amor tan fuertes. Los hilos de la vida se amarraron a nuestra piel y las lágrimas se reciclaron entre tantas veces que nos vimos sufrir. Hoy hemos llorado y no se lo hemos dicho pues no comprendimos porque su dolor también nos duele tanto, estamos conmovidos, tristes, extasiados. El corazón desbordado se ha inundado en sus propios sentidos y las multiples dimensiones del amor nos han dominado.
Hoy alguien se ha fundido entre las estrellas y sus ojos se han cerrado a esta dimensión conocida de la vida. Aquí quedamos pocos, quedamos tantos.