Feliz aquel que hoy puede verte, y con sus ojos cubrirte de caricias.
Feliz aquel que puede con sus dedos recorrer tu piel de seda.
Feliz aquel que sin reparos te abraza y te protege de tus penas.
Quisiera estar allí, para que vieras que mis ojos pueden darte más caricias,
y que mis dedos pueden cuidar también tu seda.
Quisiera estar allí y en un abrazo, mostrarte que en mi pecho están tus penas.
Quisiera estar allí para contarte que sin tu amor el mundo es sólo arena.